Vanesa Saiz, vicedecana de la Facultad de Periodismo de Castilla-La Mancha, es especialista en Feminismo y estudios de género. Además, es la coordinadora del grupo de investigación académica MEDIASOCIOSEX, dedicado a la mediatización de los imaginarios sociosexuales: la controversia sobre la prostitución. Explica que el feminismo debe romper la barrera actual que tiene con la prostitución, y debemos encontrar imaginarios comunes que hagan la lucha más fuerte.
Pregunta: ¿Cómo podemos definir exactamente la prostitución?
Respuesta: Este es el núcleo de la controversia en la que estamos. Esta es: cómo definimos, como entendemos la prostitución. Para algunos la prostitución es una forma de violencia de género, incluso se equipara a una forma de violación, mientras que para otras personas hacen una identificación de la prostitución de una forma más escéptica, como el intercambio de servicio de prácticas sexuales por dinero. Más allá de la definición que podamos encontrar, lo que tenemos que hacer, como periodistas, es precisamente el hecho de que esta definición se está cuestionando constantemente y que hay una lucha de poder en torno a cómo definir esta cuestión, si bien las investigaciones teóricas dan definiciones más escépticas.
La prostitución es una de las últimas fronteras para el feminismo
P: ¿Cuál es la posición del feminismo ante la prostitución?
R: La prostitución es una de las últimas fronteras para el feminismo. Creo que el feminismo ha sido capaz de encontrar puentes y de abrir muchos de los espacios que antes estaban cerrados, lo que podemos llamar la segunda o tercera ola feminista. Aquí, el concepto de mujer no atendía a las diferencias de tipo colonial, de orientación sexual…
La cuestión del trabajo sexual y de la prostitución está en el núcleo de lo que se está debatiendo hoy en día en el feminismo contemporáneo. Como ha pasado en otras ocasiones, lo que encontramos son posiciones diversas que están ahora mismo muy polarizadas porque están siempre observando lo que les separa. Sin embargo, hay cuestiones que para la parte del feminismo que defiende la abolición, como aquella que plantea la posibilidad que se despenalice o que se regularice como una forma de trabajo más, no se está atendiendo a lo que tienen en común. Esto puede ser la cuestión de la igualdad de las personas, y en este caso al empoderamiento de las mujeres y de la lucha por la igualdad.
P: Entonces, ¿a qué nuevo tipo de feminismo nos debemos acercar?
R: El feminismo debería ser un espacio de confluencia de otras luchas, no solo de las específicamente relacionadas con las mujeres; las desigualdades de género, la transfobia, el movimiento trans, así como otras luchas que tienen que ver con el antirracismo, el anticapitalismo. Entonces, creo que como espacio de congruencia de muchas cuestiones que atañen a las desigualdades en el mundo contemporáneo, debería ser un movimiento que esté atento a aquello que nos divide para buscar un disenso o un conflicto de tipo productivo.
El camino a recorrer, probablemente, tiene más que ver con políticas públicas concretas.
P: La regulación o abolición de la prostitución se encuentra, entonces, en una situación muy polarizada, ¿cuáles serían las maneras de ajustar, de una manera u otra el trabajo sexual?
R: Creo que es necesario no hacer afirmaciones maximalistas. Es decir, si mañana se vota una ley abolicionista, en la que se penalice al cliente, o bien, una ley en la que se decide regular la prostitución, ninguno de los marcos normativos va a dar una respuesta mágica a lo que sucede. El camino a recorrer, probablemente, tiene más que ver con políticas públicas concretas. No creo que seamos capaces de desmantelar la industria sexual y la prostitución y, mucho menos, la cuestión de la trata o la explotación sexual simplemente porque decidamos penalizar a los clientes.
P: ¿Crees que se podría regular la prostitución como un trabajo más?
R: No soy de las que considera posible regular la prostitución como un trabajo más, porque de hecho no lo es. Ahora mismo, el trabajo sexual está inserto y como una institución más dentro del patriarcado, por lo tanto, no tiene sentido la posibilidad de ejercer la prostitución como un trabajo cualquiera, en el cual uno hiciera una FP… Todavía la prostitución es una práctica totalmente estigmatizada y falta mucho camino por delante.
P: Las organizaciones son un buen modo de encontrar la solución para conseguir derechos de las mujeres, ¿cómo se están posicionando?
R: Creo que hay que buscar posiciones intermedias. Las que se están proponiendo por parte de Amnistía Internacional u ONU mujeres, tienen que ver más con la despenalización, es decir, con dejar de perseguir a las mujeres que están en situación de prostitución o aquellas trabajadoras sexuales que quieran ejercer, buscar las formas para garantizar sus derechos y, mientras, ir pensando cuáles son los horizontes que como sociedad queremos. Estos pueden ser tanto abolicionista como regulacionistas, pero entre medias hay muchas más decisiones que tomar.
P: Desde un punto de vista político, ¿es importante que los partidos se posicionen en el tema?
R: Ahora estamos en un punto clave para este tema. Hasta ahora ningún partido político se había posicionado, salvo quizás el PSOE o Izquierda Unida, que a veces lo tenían explícito en los programas electorales. Las próximas elecciones generales, probablemente tenga como uno de los temas de campaña la prostitución, donde Ciudadanos y PSOE se han posicionado.
El momento que se abre es muy interesante porque no le queda otra a los demás partidos, que tienen posiciones mucho menos claras, como el Partido Popular y Podemos se van a tener que decidir.
Es un debate abierto que será unos de los temas de agenda en la próxima legislatura
P: Ha formado parte de Podemos, ¿sabe que va a hacer para encontrar un posicionamiento definido?
R: Podemos este fin de semana se ha reunido a puerta cerrada con las responsables de igualdad del partido, para escuchar a personas de distintas posiciones y de áreas de lo social, incluso periodistas, antropólogas, académicas, activistas… para escuchar distintas voces y tomar una decisión. Creo que lo importante ahora mismo es que es un debate abierto que será unos de los temas de agenda en la próxima legislatura, habrá que ver lo que dice el sindicato y la abogacía del Estado.
Ahora mismo es difícil saber qué vamos a decidir, la posición hegemónica actualmente es la abolición; es donde está el apoyo principal de lo institucional, de la mano de la lucha contra la trata con fines de explotación sexual. Sin embargo, si diferenciamos las cuestiones, es evidente que quizás no debamos subsumir una en la otra y que si bien estamos todos de acuerdo en que hay que hacer una ley contra la trata, el punto en conflicto será, precisamente, qué hacer con la prostitución siempre y cuando no la equiparemos a la trata. Si la equiparamos, evidentemente, vamos a pedir su abolición.
Creo que la legislación internacional muestra que hay experiencias para todo
P: En muchos países de la UE, la prostitución sí que se encuentra regulada. ¿Crees que despenalizarla da una carta libre a la presencia de proxenetas que abusen a las prostitutas en prostíbulos?
R: Creo que la legislación internacional muestra que hay experiencias para todo y las valoraciones de estas experiencias, desgraciadamente se están haciendo desde un punto de vista muy ideológico. Aquellos que son abolicionistas están diciendo que lo que sucede en países como los nórdicos, claramente abolicionistas ha logrado acabar con la trata. Sin embargo, hay otras voces que plantean que esto ha llevado a muchas prácticas de prostitución en la clandestinidad y una movilización a las zonas de frontera.
Por la misma razón, tampoco está habiendo una valoración excesivamente clara que nos permita saber qué está pasando en los países que sí se ha regularizado como Holanda o Alemania.
P: En Alemania, se han incluido en esta legalización a los prostíbulos, ¿cómo afecta esto a los derechos de las mujeres y a la libertad de estas?
R: Creo que la vía para buscar derechos o posibilidades de una mínima regularización, pasan no tanto por la existencia de macro burdeles o de prostíbulos, y como digo de terceros, sino de la auto-organización de las mujeres que decidan dedicarse a esta práctica. Por lo tanto, sí que creo que en la medida que fuera posible habría que evitar todas las formas de proxenetismo y favorecer la auto-organización de aquellas que están prestándonos servicios o en situaciones de prostitución puedan evitar la explotación de todo tipo, en este claro, la laboral al máximo posible. Nunca seré partidaria de una actividad en la que las mujeres no tengan reconocidos sus derechos y que un tercero sea el que finalmente se beneficie.
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